Arturo de Córdova: galán de una época dorada

El mexicano Arturo de Córdova figura entre los galanes más populares de la cinematografía hispanoamericana del siglo XX y durante sus varias visitas a Cuba se le honró como un ídolo.

Por Leonardo Depestre Catony

El actor mexicano Arturo de Córdova figura entre los galanes más populares de la cinematografía hispanoamericana durante los decenios del 40 y del 50 del siglo XX.

Más no por emplear el término galán lo subestimemos: sus actuaciones fueron memorables en más de una cinta, gustó a todos los públicos (sin distinción de sexo o edad), triunfó en diversos escenarios  y compartió roles con las estrellas femeninas más encumbradas.

Su imagen más típica es la del galán con traje a cuadros, mirada penetrante, voz profunda. De cabello castaño (recordemos que las películas eran en blanco y negro) ondeado, bigote pequeño, rostro dúctil y con un cigarrillo entre los dedos, Arturo de Córdova encarnó personajes buenos y malos con igual maestría.

La época de oro del cine mexicano lo tuvo entre sus máximos representantes y en Cuba fue un ídolo.

“Con su personalidad creó un estilo. Y con las canas de sus sienes, forjó el mejor galán otoñal del cine mexicano”, escribió para el semanario Orbe, en 2009, el distinguido crítico cubano Rodolfo Santovenia, quien le atribuye dos condiciones esenciales: carisma y oficio.

Sus visitas

Varias veces Arturo de Córdova visitó a Cuba. De niño estuvo con sus padres, y después como periodista de la Agencia UP.

Más adelante —se le había visto ya en sus magistrales interpretaciones del personaje de Edmundo Dantés en El conde de Montecristo, de 1941, y en Dios se lo pague, de 1947— lo haría en ocasión de filmaciones como la de la película Te sigo esperando, dirigida por Tito Davison, y en los meses de marzo y abril de 1954 cuando se filmó en La Habana Un extraño en la escalera, junto a la entonces revelación del cine mexicano, la bella Silvia Pinal.

Esa película se rodó en la capital cubana porque existían problemas laborales en la industria mexicana del cine a causa de que el director, Tulio Demicheli, era argentino, y en la nación de los antiguos aztecas, los sindicatos establecían restricciones en cuanto a dar entrada al séptimo arte a realizadores extranjeros, lo cual favoreció la elección de La Habana como escenario.

Un extraño en la escalera presenta a un Arturo de Córdova en plenitud de sus facultades (rondaba los 50 años), en tanto su carrera se afincaba, de la mano del melodrama bien realizado, con numerosos éxitos de taquilla y el reconocimiento del público y la crítica.

Premios en el recuerdo

Arturo de Córdova ganó tres premios Ariel, máximo galardón del cine mexicano, con los filmes En la palma de la mano (1952), Tres perfectas casadas (1954)  y Feliz año, amor mío (1958), lo cual lo avala como la gran figura masculina de la cinematografía mexicana en los años 50 del siglo pasado.

Otros filmes muy recordados son Él, de 1952, bajo la dirección de Luis Buñuel; El esqueleto de la señora Morales, de 1959, del director Rogelio A. González, y El gángster, de 1964, dirigida por Luis Alcoriza.

El artista se llamaba en realidad Arturo García Rodríguez y nació en 1905, en el estado mexicano de Yucatán. Su carrera actoral la inició en 1934. Filmó en Hollywood, en México, Argentina, Venezuela,  Brasil, España, y Cuba.

Trabajó para directores célebres: Luis Buñuel, Julio Bracho, Luis César Amadori, Roberto Gavaldón, Luis Alcoriza. Tuvo de coestrellas a mujeres igualmente famosas: Joan Fontaine, Dorothy Lamour, Libertad Lamarque, Marga López, Silvia Pinal, y María Félix.

Hizo comedias y melodramas.  Su última película la filmó en 1970 y llevó por título El profe, que tiene a Mario Moreno, Cantinflas, de protagonista.

Arturo de Córdova murió en Ciudad México el 3 de noviembre de 1973. Aparte de sus cualidades (una excelente fotogenia incluida) tuvo el don de la popularidad, de la aceptación. Y  hoy, a cuatro décadas de su partida, integra la memoria más  recurrente del cine mexicano y latinoamericano.

Fuente: www.cubanow.net