Casa de las Américas
La imagen actual de este célebre edificio, sobre todo por la institución que alberga, esta basada en las sucesivas transformaciones que se le hicieran al inmueble original, del cual quedan elementos en el interior como una magnífica escalera, casa que perteneció a María Luisa de Betancourt y Castillo.
En 1947 la propiedad es vendida a la Asociación de Escritores y Artistas Americanos. La primera refuncionalización de que fue objeto se ejecuta en ese mismo año e incorpora una tercera planta y otras dependencias menores.
En 1948 es intervenida oficialmente y entre 1952 y 1953 el arquitecto Ramón del Busto agrega la conocida torre, que imprime un carácter definitivo al edificio.
En febrero de 1953 es inaugurado con la celebración del Congreso de Escritores Martianos.
El 28 de abril de 1959 (Ley Nº 229), el gobierno revolucionario funda la Casa de Las Américas dirigida por, Haydee Santamaría. El hecho de que el nombre que recibe la institución haga referencia al más familiar de los temas arquitectónicos, “la casa”, alude a un profundo carácter integracionista, y le otorga gran significación a lo construido. En este caso se establece una estrecha relación entre el contenido del edificio y su forma. Ha sido, sin dudas, el carácter universal de La Casa como institución lo que ha hecho de ella un edificio símbolo de la cultura de Nuestra América. La imagen con que se ha promocionado durante años a la Casa de las Américas a través de carteles, plegables y anuncios televisivos es la del propio edificio con variantes que sintetizan su volumetría.
Las transformaciones realizadas por el arquitecto Busto le imprimen al edificio la apariencia que actualmente muestra y cuya expresión Art Deco es innegable en su conjunto. Aunque tardía, la aplicación de los códigos de este estilo se manifiesta en los nervios verticales que sobresalen sobre la fachada, así como en el escalonamiento de la torre en su aspiración ascensionista, como elemento jerarquizante. En la misma cuerda Deco vibra el diseño de la linterna colocada en el punto más alto, así como el reloj que se repite en las cuatro fachadas. Este último recuerda al que forma parte del conjunto escultórico situado en el vestíbulo del Edificio López-Serrano. Ambos, a pesar de la diferencia de escala expresan esa constante preocupación por el tiempo, concepto que adquiere una nueva dimensión en un contexto donde la inmediatez es sinónimo de progreso.
Fuente y foto 1: www.arquitectura-cuba.blogspot.com
Foto 2: Kaloian Santos Cabrera (Juventud Rebelde)