Ermita de Monserrat. Monserrate: una Ermita sobre el paraíso
Por: Yirma Torres
La Ermita de Monserrate, ese templo catalán que vigila a la vez la ciudad y el Valle del Yumurí es grande por sí sola: por haber sido de las primeras construcciones de la naciente San Carlos y San Severino de Matanzas y por ser cuna de una parte de las tradiciones que conformaron nuestra nacionalidad.
Pero si no fuera así, baste recordar que en 1930, ese punto culminante de las Alturas de Simpsom (en Matanzas) fue visitado por el poeta español Federico García Lorca, quien se retrató allí con niños matanceros.
Y el historiador Urbano Martínez Carmenate, autor del libro García Lorca y Cuba: todas las aguas, hace referencia a que cuando el Príncipe Alejo de Rusia, hace más de cien años, presenció el espectáculo del Valle de Yumurí desde la Ermita de Monserrate, exclamó: “¡Solo faltan Adán y Eva para que esto sea el paraíso!”
La Construcción de la Ermita
La Ermita comenzó a construirse el 8 de septiembre de 1871, pero no se terminó hasta diciembre de 1875. La Ermita de Monserrate es una pequeña iglesia y su diseño está basado en el monasterio de Cataluña.
Se dice que quienes edificaron la Ermita eran catalanes, y que las estatuas talladas en piedra que hay frente a ella (por su entrada original) fueron instaladas para la escena de una película que allí se filmó.
Cuentan también que por alguna razón después no se removieron, porque le daban una dimensión más mística a la ya hermosa fachada de la pequeña iglesia.
Lo cierto es que estas fueron traídas desde España once años después de su apertura, y representan a las cuatro provincias catalanas. Por su parte, la imagen central colocada en el altar mayor era una reinterpretación de la Virgen de Monserrat.
Los más viejos de Matanzas relatan que en los alrededores de la ermita se celebraban verbenas. Todo el pueblo de Matanzas, hasta los cojos, subían en esas ocasiones festivas para compartir momentos inolvidables.
En tiempos que sólo los abuelos recuerdan, la alegría era contagiosa; se cantaba, se bailaba y las familias llevaban sus canastas llenas de deliciosos platos. Unos en coches y otros a pie, las mujeres luciendo sus trajes catalanes y otras con mantillas y peinetas, todos acudían a la celebración a las verbenas de la Ermita de Montserrat.
La fiesta de La Colla
Las inclemencias del tiempo, el olvido y la falta de un proyecto de restauración que mantuviera su arquitectura original hicieron mella en la Ermita de Monserrate, que durante muchos años fue perdiendo piedra a piedra su belleza original.
Así, desaparecieron las estatuas. Y los visitantes, que a pesar del estado general de la loma de Monserrate, se aventuraban a subir para romancear, o simplemente ser testigos privilegiados de la vista doble de la ciudad y el valle, presenciaban con lástima el deterioro del inmueble.
Sin embargo, los catalanes y sus descendientes en Matanzas mantuvieron viva, durante todos esos años, la peregrinación que tiene lugar el 8 de diciembre, día de fundación de la Ermita, y que se conoce como la fiesta de La Colla.
Por la calle Mujica (que desemboca en las alturas) suben vestidos con atuendos típicos de su natal Cataluña, acompañados de música catalana, para reverenciar a la virgen de Monserrat, patrona de Cataluña, España.
Quizás fueron ellos quienes no dejaron que muriera la Ermita, quienes con su tenacidad mantuvieron viva la tradición e hicieron notar que la Ermita no solo es un santuario, sino parte de la historia matancera, de su patrimonio.
La Ermita vuelve a vivir
Hoy la Ermita ha vuelto a vivir. Aún se dan los últimos toques a la reconstrucción que ha tenido lugar mediante un interesante proyecto del gobierno matancero que financia la Corporación CIMEX.
El proyecto ha sido más amplio, pues ha convertido las alturas en un bello complejo recreativo, cultural y turístico del que formará parte la antigua Ermita, esa joya de la arquitectura colonial cubana, que tanto significa para la identidad yumurina.
El proyecto ha pretendido detener el deterioro de la edificación y preservar la mayor cantidad posible de elementos arquitectónicos originales.
Se han colocado nuevamente las cuatro estatuas de la entrada, que tuvieron que ser rehechas y se discute sobre el traslado de la imagen de la Virgen de Monserrat, que estaba colocada en el altar mayor, y que se encuentra hoy en la sede de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas.
Además, muchos matanceros aún permanecen con la incertidumbre del uso que se le dará a la Ermita de Monserrate, pero hasta ahora solo se pretende explotar como parte del turismo cultural de la ciudad de Matanzas.
Mientras, los catalanes de Matanzas, contentos por la reconstrucción, seguirán subiendo el 8 de diciembre, en su fiesta de La Colla, con la pretensión de que no muera una tradición que ya se extinguió en su propia “madre patria”.
Fuente: http://www.atenas.cult.cu