Museo de la Farmacia Taquechel
Los orígenes de la farmacia cubana se remontan al año 1598, cuando Sebastián Milanés y López Alfaro fundaron dos establecimientos situados, el primero, en la calle Real, hoy Muralla; y el segundo, cerca del Desagüe (Callejón del Chorro). A estas primigenias farmacias acudían los habaneros en busca de opio, alcanfor, sal volátil, jarabes, agua de canela, ungüentos, entre otros remedios.
Ya en 1670 la ciudad contaba con una docena de farmacias que alcanzaron mayor auge a raíz del desarrollo de la producción cañera. La controvertida frucanga, compuesto de miel de caña fermentada o aguardiente primario, marcó el despegue de tan concurridos sitios.
Influenciadas por los avances de la alfarería europea del siglo XVIII, las farmacias trajeron a sus estanterías pomos de porcelana y cristal que constituyeron elementos decorativos en sí mismos. A esta distinción se le unió la estantería de caoba que sustituyó a los rústicos armarios de pino, en tiempos del Dr. Guillermo Labé.
Una de estas farmacias inspiradas en las corrientes francesas aún se conserva en la ciudad. En la calle Obispo, en el mismo sitio donde fuera fundado por el eminente farmacéutico Francisco Taquechel en 1898, se levanta este establecimiento que ganó prestigio en su época por la calidad de sus productos y los razonables precios. La actual Farmacia Taquechel, devenida tienda y museo, rinde honores a su creador, quien concedió fama y preferencia a su tienda y laboratorio. Con una estantería típica, la farmacia exhibe pomos de porcelana francesa del siglo XIX y algunos ejemplares del XVIII, además de útiles de farmacias de la época y libros que acopiaban las recetas.
Para seguir la línea de la excelencia que la marcó desde sus inicios, la tienda ofrece una amplia gama de remedios naturales, medicinas homeopáticas, cosméticos, suplementos dietéticos y otros productos cubanos. Entre los artículos que distinguen a la Farmacia Taquechel, sobresalen las cremas de algas, mieles, vitaminas y minerales antioxidantes, y productos derivados del cartílago de tiburón y también de la caléndula.
Fuente: Opus Habana