Parque Nacional La Güira
El Parque Nacional La Güira es un área protegida ubicada en la Sierra de los Órganos, en la occidental provincia de Pinar del Río. Entre sus peculiaridades destaca la presencia de la cultura asiática y europea.
En el lugar que actualmente ocupa el parque, se encontraba la antigua Hacienda Cortina, propiedad del abogado y diplomático José Manuel Cortina, quien la edificó en 1920. Comprende un área de 22 mil hectáreas de tierras.
Posee una portada de estilo medieval, jardines, paseos, los interiores de la propiedad conforman un conjunto de parques y vergeles diseñados con una mezcla de estilos, en los que predomina la influencia de la cultura japonesa.
En los espacios abiertos predominan elementos decorativos y escultóricos, sobresalen las figuras esculpidas en mármol de Carrara, bronce y otros materiales, la mayoría de ellos adquiridos en el extranjero.
La presencia del río San Diego en ese paraje fue aprovechada para la creación de un lago artificial utilizado para la pesca y los paseos en bote. En la orilla aparecen glorietas, embarcaderos y áreas de estar, integradas armónicamente a la vegetación y al paisaje del entorno montañoso.
Otros de los atractivos del parque eran las casas china y japonesa, que atesoraban valiosos objetos oriundos de esos países, la mayor parte de ellos protegidos hoy en museos de Pinar del Río.
Los tapices que representaban el oropel manchú, los pebeteros oxidados entre los cojines de seda y el guerrero mongol de la época de Gengis Kan, de tamaño natural, fueron algunos de los exponentes más significativos de esta antigua hacienda.
Existe una habitación conocida como, la vivienda del Buda, donde Cortina y los amigos solían regirse por costumbres orientales como el uso de pantuflas, la quema de inciensos y la búsqueda de reposo para el cuerpo y el alma.
Hacienda Cortina
La ejecución de la Hacienda Cortina, data de 1920. La majestuosa portada, hecha con piedras de los alrededores, fue diseñada para que encajara armónicamente con el sitio montañoso. El entorno del batey lucía espaciosos jardines con hileras de farolas de bronce que llegaban hasta la casa principal, también construidas con piedras y materiales de la zona.
La presencia del río San Diego en ese paraje fue aprovechada, con el propósito de crear un lago artificial utilizado para la pesca y los paseos en bote, fundamentalmente.
Tenaz testigo del tiempo en serranías cubanas
Entre el abrigo rocoso y las extensas montañas de la Sierra de los Órganos, en las más occidental de las provincias cubanas, despierta cada mañana la Hacienda Cortina como un tenaz testigo del tiempo.
Por ello, Enrique Ginebra y María de las Nieves Ramos investigadores del Museo Provincial de Historia volcaron todo su interés en conocer la verdadera historia de la Güira, como también es conocida.
Cuentan los documentos de la época neocolonial que desde 1906 José Manuel Cortina, destacado abogado del siglo XX, obtuvo la propiedad y desde estas fechas la consolidaron como un vasto latifundio.
Cortina proporcionó empleos y tierras en usufructo a los campesinos de la zona y para 1939 existían cerca de cinco escuelas con más de 400 niños; sin embargo muchos lugareños afirman la presencia de desalojos en el territorio.
Extendida por los municipios de Los Palacios, Consolación del Sur y La Palma la finca la compusieron extensos potreros para la cría de ganado, cerdos y caballos; así como la siembra de hierba guinea, café, naranja y mango.
Su majestuosa portada confeccionada con piedras de los alrededores data de 1920 y fue diseñada para que encajara armónicamente con el sitio.
La posesión confeccionada en la base de la estética y el buen gusto logró dar al entorno un toque único y sus espaciosos jardines con farolas de bronce, el lago artificial para navegar en pequeñas embarcaciones, los puentes, las piscinas, las jaulas para animales y los pequeños parques con caseta, la convirtieron en Patrimonio Nacional.
Con un toque medieval edificaron la casa asiática y la japonesa, las cuales atesoraban una colección de objetos, esculturas de mármol, bronce, tapices representados por oropel manchú, pebeteros, budas y un guerrero mongol de tamaño natural.
Hoy constituido como el parque la Güira y a pesar del desgaste de los años, sigue siendo un lugar que conserva sus encantos, es por ello que atrae no sólo a historiadores sino también personas de todas partes del mundo.
Fuente (textos): vueltabajo.cubava.cu / Ecured / Telepinar (por Lorena Viñas Rodríguez)
Fotos: vueltabajo.cubava.cu / Telepinar (flickr)