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Vínculos de Cuba y México

El ritmo del danzón cubano vive en México

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Cada sábado del año, cientos de parejas convergen en un sombreado parque de esta capital para enlazarse en el lento y gentil baile que se conoce como el danzón.

Muchos de los hombres parecen salidos de las décadas de 1930 y 1940, con holgadas chaquetas de grandes hombreras y pantalones de cintura muy alta que se estrechan hacia el tobillo. Sombreros de fieltro, adornados con una pluma, completan el look a lo retro.

Las mujeres se balancean sobre sus tacones altos, agitando abanicos para espantar el calor.

El danzón continúa viviendo en rincones de México aunque ha desaparecido prácticamente en Cuba, donde evolucionó en el siglo XIX a partir de bailes y ritmos originados en Europa y Africa siglos antes.

Es un baile preciso y elegante, en el que los hombres guían con un movimiento de tres pasos, haciendo bajar y girar a sus parejas con un estilo delicado y contenido.

“Es un baile en el cual los compañeros se tocan uno al otro de un modo discreto”, dijo José Luis Cerón Mireles, sociólogo y experto en el danzón. “Ellos no se miran directamente. Ellos se lanzan miradas con el rabillo del ojo. Eso es lo que le da la sensualidad”.

Hasta el día de hoy, en los parques públicos de Veracruz, Mérida y Ciudad de México, así como en salones de baile de otras ciudades, cientos de fans del baile acuden mientras que grupos musicales conocidos como danzoneras, los cuales incluyen marimbas, trompetas, tambores e instrumentos de percusión conocidos como güiros, ponen la música.

“¿Ves a aquel hombre con el sombrero de pluma? Los llaman pachuchos. Ellos se visten como si fueran de los años cuarenta”, dijo Vicente Carranza Navarro mientras descansaba en el Parque de la Avenida Balderas de Ciudad México, donde se toca el danzón todos los sábados.

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“Pachuco” es un viejo término de la jerga mexicana que se refiere a una forma de vestirse que se creó en el norte de México y en El Paso, Texas, hace más de seis décadas. Un elemento base es el sombrero de fieltro con la pluma.

“Yo llevo bailando el danzón durante 45 años”, dijo Carranza, de 63 años, quien llevaba puesta una guayabera (la amplia camisa de corte recto que se viste en el Caribe y la Costa del Golfo de México) de color azul.

El parque estaba lleno de personas de 60 y tantos, o 70 y tantos años — o más — pero también algunos jóvenes y hasta niños.

“Mi mamá venía y me traía, así que empecé a aprender”, dijo Carla Bocanegra, de 23 años, cuyo compañero de baile llevaba un elegante traje blanco a rayas y un sombrero de pajilla. “Yo vengo todos los sábados, sin falta”.

FUSION RITMICA

El danzón se creó en Cuba a mediados del siglo XIX, con raíces en el baile inglés conocido como contradanza y la quadrille francesa, dos estilos traídos a Cuba por los invasores británicos y los colonos franceses que llegaron huyendo de la Revolución de Haití. Estos bailes se mezclaron con ritmos africanos en una fusión de movimientos africanos y europeos.

Con sus ritmos venidos de lejos y fundidos en una formula esencialmente criolla, el danzón permitía a personas de todas las razas y capas sociales que se mezclaran.

Compañías cubanas ambulantes de teatro y música que llegaban al puerto de Veracruz y la ciudad yucateca de Mérida trajeron consigo el danzón.

“Ellos tocaban en los parques y los embarcaderos”, dijo Cerón. “La gente bailaba al aire libre”.

A medida que pasaba el tiempo, en Cuba se crearon otros bailes, tales como el mambo, el chachachá y la salsa. El danzón echó raíces en México y creció allí.

“El triunfo del danzón ha tenido lugar fuera de su país de origen. Sólo en México se sigue bailando el danzón”, dijo Cerón.

“Yo fui a Cuba hace dos años, y allí ya no existe. El danzón se está extinguiendo. Ellos sólo bailan salsa”, dijo Carranza.

En un ensayo sobre ese género musical, Cerón escribió que el elegante baile “tiene la característica particular de que… después de cada estribillo, la mujer se abanica el rostro y el hombre se seca el sudor de la frente, cortejándose el uno al otro mientras lo hacen”.

Al principio, el baile tenía un tufillo de iniquidad, reforzado por un histórico incidente que tuvo lugar el 18 de noviembre de 1901, durante el gobierno del dictador Porfirio Díaz. Esa noche, la policía hizo una redada en una casa donde encontraron a 41 hombres, 19 de ellos vestidos de mujer. Se dice que la redada tuvo lugar justo cuando se tocaba un danzón.

Un rumor de la época aseguraba que el yerno de Díaz estaba entre los hombres de clase alta presentes en el baile. Hasta el momento, “41” sigue siendo en México un símbolo de tabú. Algunos rascacielos no tienen piso 41, y es raro encontrar una casa en cualquier calle que tenga el número 41.

EXPLOSION DE BAILE

Para la década de 1920, después de la revolución mexicana, los tiempos habían cambiado y se abrieron salones de baile en la capital, trayendo consigo una verdadera explosión del danzón, en especial en el local más importante de la ciudad, Salón México, donde multitudes esperaban en fila para entrar a sus múltiples salones de baile, atraídos por los músicos cubanos y mexicanos.

Benjamin Muratalla, subdirector de la Fonoteca, un archivo nacional de música popular y sonidos populares en México, dijo que el danzón incorpora muchos elementos de la cultura africana junto a sus raíces europeas.

“El danzón cuenta con una gran dosis de las culturas negras: su sensualidad, su elegancia, ese ritmo tropical lleno de energía, todo ese viene de allí”, dijo Muratalla.

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Los músicos mexicanos empezaron a añadir sus propios elementos al danzón, y los pasos de baile cambiaron. A diferencia de los bailarines cubanos, que se enlazan más de cerca, los mexicanos se mueven a mayor distancia y con más delicadeza.

Víctimas de los cambios económicos, los salones de baile empezaron a cerrar en las décadas de 1970 y 1980, ya que las familias se quedaban en casa o buscaban otras formas de entretenimiento. Pero en 1991, la película Danzón ayudó a revivir el baile, contando la historia de una operadora de telefonía que vivía para su trabajo, su hija y bailar danzón en el Salón Colonia.

Algunos expertos piensan que el danzón acabará desapareciendo inevitablemente, ignorado por los jóvenes con sus audífonos, expuestos a MTV e indiferentes a los ritmos del pasado mexicano.

“Desgraciadamente, las nuevas generaciones, imbuidas de otros tipos y géneros de música, no conocen esta música. Ellos piensan que es sólo para los abuelos y los viejos”, dijo Muratalla.

Algunos jóvenes mexicanos, no obstante, adoptan lo que pueden de la cultura tradicional, desde beber mezcal (una bebida alcohólica destilada de la planta del maguey) a formas tradicionales de música. Una de las mejores bandas danzoneras es La Playa, compuesta en su mayor parte por músicos jóvenes, dijo Cerón.

No obstante, sin salones de baile que las apoyen, quedan probablemente menos de 40 danzoneras profesionales, dijo Cerón, y pocos componen nuevas canciones de tema contemporáneo.

“Ellos siguen tocando las mismas 50 canciones que hemos escuchado siempre”, dijo Cerón.

“Si los grupos de danzón desaparecen, entonces se acabó el danzón”, agregó.

Fuente: El Nuevo Herald

Fotos: TIM JOHNSON / MCT



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