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Teatro La Caridad

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Acababa la guerra de independencia (1868-1878) y como resultado de esta, la aristocracia criolla que se nucleaba en las ciudades y villas, estaba dispersa. La destrucción de las riquezas y los procesos de concentración azucarera a lo largo de la isla, impedían la reanimación de las ciudades por parte de la élite social. Para lograr cambios pacíficos hacia el autogobierno, el mejoramiento de la educación y la promoción de mejoras públicas reformistas, se funda el Partido Autonomista.

Aparece en medio de este panorama el proyecto y la donación de un teatro para Santa Clara, por Marta Abreu de Estévez, heredera de un capital de más de cuatro millones de pesos.

Una vez funcionando, el centro cultural destinaría parte de sus ingresos a socorrer a los pobres de la localidad y reflejaría su propósito fundamental: el engrandecimiento del pueblo, el rescate de los valores cívicos, la instrucción pública, donativos a los pobres de la Sociedad de San Vicente de Paula y el pago de los gastos de beneficencia.

Denominado La Caridad en honor al ejercicio que precede la materialización del mismo, fue tan solo el comienzo de las obras que su benefactora, con ayuda de las hermanas, costeó y entregó al municipio. Entre ellas: dos escuelas para niños pobres, el asilo de ancianos, los lavaderos públicos, la estación de bomberos, el dispensario médico, la planta eléctrica y otras que desataron una amplia transformación en la fisonomía urbana.

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Al terminar la edificación en 1885, se pudo apreciar que cubría una extensión superficial de mil 950 metros cuadrados. Contaba con cuatro grillés, dieciséis palcos de platea, ocho palcos principales, ocho palcos de tertulia, 244 lunetas, 76 butacas, 46 asientos, además de las butacas ubicadas en la tertulia, el paraíso y las graderías de ambos lados.

La estructura interna muestra una forma clásica en forma de herradura dieciochesca, con un pórtico de tres arcos, dos pisos altos al frente y dos espacios laterales con prolongación al pórtico en forma de terraza junto a las calles.

La decoración interior fue más lujosa que el sobrio exterior del teatro. Los bustos de Calderón de la Barca y Echegaray en el vestíbulo a cargo de Miguel Melero, la escenografía y los telones de boca y entreactos confeccionados por Miguel Aries, el relieve en la embocadura, similar al teatro Lineode París y el grupo escultórico para la fachada realizado por Bossi reservando para Camilo Zelaya, el cielo raso con alegorías centrales representando al Genio, la Historia y la Fama, los ocho medallones rodeando el polígono con retratos de: Moratón, Calderón, Ayala, Tirso de Molina, Echegaray, Hartzenbuzch y la Avellaneda, así como escenas representativas de la tragedia y la comedia tomadas de Otelo y La Careta Verde en la parte superior del boca-escena. Podemos agregar, el efecto de los herrajes de los palcos, las lunetas de platea importadas de Norteamérica y el piso de mármol blanco y mosaico inglés.

El ocho de septiembre se produjo la inauguración de tan esperada obra, con la presencia de Marta, su esposo y los demás invitados, dando lugar a la función de honor al día siguiente; protagonizada por las instituciones cívicas, escuelas, gremios y autoridades que agradecieron a la patriota cubana la hazaña y le entregaron una medalla simbólica de adarmes de oro (21k). Esta representaba a la Caridad y una inscripción que decía:”A la señora Marta Abreu de Estévez, Villa Clara agradecida, 1885.

Con el paso de los años, las reglas dictadas siete días después de la inauguración fueron violadas. Apareció el lucro, la libre empresa y la junta de Patrones. El pueblo dejó de conocer en que se empleaban o a donde iban a parar los ingresos y egresos.

La llegada del cine sonoro, hizo que el negocio se tornara más lucrativo. A media noche se exhibían películas pornográficas (avance de la época), se agregaron galerías de concreto y se incrementaron los asientos y las ganancias. La amplia Marquesina, los techos de tubo y las planchuelas de latón acanaladas, ocupaban la esquina y terraza exterior hacia el lado derecho del edificio en el que se instaló un comercio particular, demolido el primer año de la Revolución.

Cabe resaltar en la historia de la institución, la presentación de: Enrique Caruso, la visita de Hipólito Laso, Amelia Gallipursi, Esperanza Iris, Margarita Xirgu y otros.

La identidad perdida comenzó a recuperarse en 1967 con la restauración. Retiraron los aparatos de cine y dieron mantenimiento a los óleos y la pintura en general. Fueron reconstruidas las lunetas originales y se eliminó el piso de cemento del patio de estas.

El viejo coliseo retornaba a su tradición teatral y musical. Brindaba ahora para la sociedad, una programación de espectáculos variados para los más diversos gustos. Su conservación patrimonial y la adecuada utilización están garantizadas; por cuanto han desaparecido definitivamente las circunstancias que atentaron contra él.

CURIOSIDADES
Existía en el mismo espacio que hoy ocupa el teatro, un enorme caserón llamado: Ermita “La Candelaria”. Este fue el primer templo que tuvo la villa por interés del padre Juan de Conyedo. Poseía una sola nave y su estructura era similar a la Iglesia Mayor (1725-1924). Nunca tuvo torre, sólo un improvisado campanario. En 1849 se convirtió en un cuartel y luego en oficinas de telégrafos, hasta su derrumbe en 1884.

Textos tomados de: http://www.cenit.cult.cu
Foto: Lidbit, Zoonabar



Un Comentario en “Teatro La Caridad

  1. El Teatro La Caridad de Santa Clara , me trae tantos recuerdos.Mi gusto por la musica comienza ahi donde vi tantos artistas y musicos.

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