El retrato de Frank País García en la huella artística de David Alfaro Siqueiros en Cuba
Por Mariela Rodríguez Joa y Moraima Betancourt Revilla, especialistas en arte de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba
En el panorama de las artes visuales cubanas de todas las épocas, existen artistas extranjeros que en su paso por la Isla o desde su permanencia en ella, han captado para la posteridad imágenes rurales y urbanas de determinados sitios históricos o parajes pintorescos. Estas recreaciones artísticas, producidas en los siglos precedentes, fueron una práctica sistemática en aquellos artífices impactados por la luminosidad y transparencia del entorno cubano, descubierta como una novedad que animaba una pluma para el dibujo o un pincel de paleta amplia, diestros en adueñarse de los encantos del terruño. Algunas de estas piezas, hoy día, se hallan en museos formando parte del patrimonio cultural del país.
Otra expresión que caracteriza a las artes visuales desde una óptica foránea es la difundida manifestación de la fotografía, que le ha permitido a los creadores ampliar el diapasón en asuntos y motivos; así lo aseveran excelentes instantáneas, cada vez más presentes en galerías y espacios expositivos como resultado del quehacer fotográfico de una buena parte de los artistas profesionales y aficionados que nos visitan y retornan, para entregarnos la visión que tienen del universo mágico que conforma la vida del cubano desde diversos puntos de vista.
Dentro de todo el conglomerado de artistas extranjeros que han incursionado desde o para la Isla, no faltó quien recreara el retrato como género, privilegiado por la representación de relevantes personajes del contexto político e histórico cubano, además de los que, por voluntad propia, se hicieron retratar a modo de perpetuar su imagen en el ámbito familiar y social de su época, entre otras motivaciones.
La realización del presente estudio se enmarca en el enunciado anterior donde se resalta el retrato de corte histórico de una figura de connotada trascendencia para el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 y su posterior desarrollo. La obra, realizada por el destacado pintor David Alfaro Siqueiros, nos permite acercarnos a un tema poco conocido dentro y fuera del país; así como dignificar a través de este artículo la impronta del creador y ponderar la importancia que reviste para el patrimonio artístico y cultural la existencia de un Siqueiros en Santiago de Cuba.
David Alfaro Siqueiros (1) es una de las figuras máximas, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco, del muralismo mexicano, movimiento artístico tributario de una sólida estética y de una retórica declamatoria que le exigía su radicalismo político; la pintura de Siqueiros aunó la tradición popular mexicana con las preocupaciones del surrealismo y el expresionismo, aprehendidos en su decursar por el arte europeo.
Para Siqueiros, socialismo revolucionario y modernidad tecnológica eran conceptos íntimamente relacionados. Estaba convencido de que la naturaleza revolucionaria del arte no dependía tan sólo del contenido de sus imágenes, sino de la creación de un equivalente estético y tecnológico en consonancia con los contenidos; toda su vida artística estuvo presidida por la voluntad de crear una pintura mural experimental e innovadora. (2)
Su anhelo por lograr la armonía entre las técnicas pictóricas y la contemporaneidad tecnológica le llevó a crear en 1936 un Taller Experimental en Nueva York. Las prácticas del taller buscaban integrar la arquitectura, la pintura y la escultura con los métodos y materiales ofrecidos por la industria. Allí se experimentaba con lo que Siqueiros denominaba «el accidente pictórico», la práctica de la improvisación mediante técnicas como el goteo de pintura y las texturas con arena. (3)
La pasión y el vigor creador son características esenciales en obras de un estilo particular e internacionalmente reconocido, donde se mezclan los valores plásticos del arte prehispánico, colonial y vanguardista. Esta combinación de elementos neoclásicos y tendencias contemporáneas se imbrican dentro del referente figurativo de fuerte neorrealismo pictórico que lo distingue, junto al interés por relacionar la esencia formal y la captura del movimiento vital que se traduce en el efecto ambiental y el valor monumental de sus piezas, que según el caso, recrean imágenes de escenarios naturales agrestes, fantásticos paisajes y asombrosos retratos. La integración de todas las artes fue un propósito que anheló a lo largo de toda su vida; se hizo realidad con el proyecto que ocupó sus últimos años, el Polyforum Cultural Siqueiros (1967-1971, Ciudad de México). (4)
Siqueiros en Cuba en la década de los 60
Un incansable luchador como Siqueiros acudió a la Isla, a principios de 1960, convocado por las nuevas circunstancias; el triunfo de la Revolución Cubana trajo consigo profundos cambios en las estructuras sociales y culturales del país que favorecieron la presencia de prestigiosos artistas e intelectuales. De esta manera, la participación del magnánimo muralista se concreta en diversas conferencias impartidas en centros culturales y comenzó a dirigir la realización de dos murales exteriores en el edificio que se construía para una Escuela Politécnica, en la zona de Vento, en La Habana.
A partir de los años 60, el arte cubano se vio emplazado por una coyuntura histórica en la que el ideario siqueiriano cobraba vigencia. Buena parte del repertorio plástico cubano de entonces, se nutría de temas de la realidad cambiante de la Isla; era la época que se da en llamar Poética de la Identidad, donde los artistas recrean el tema patriótico, los héroes y mártires de las gestas libertarias, con cierto sentido épico que contribuía a afianzar los valores de identidad nacional, abordados con los presupuestos estéticos de las tendencias artísticas contemporáneas que irrumpieron en Cuba como el Pop Art, el fotorrealismo, el expresionismo abstracto, entre otros estilos.
En 1964 la otrora Dirección de Artes Plásticas del Consejo Nacional de Cultura, en el empeño por llevar el arte al pueblo, comenzó la publicación de una serie de cuadernos sobre grandes artistas. La primera figura seleccionada fue Siqueiros, en tanto se adecuaba perfectamente a las necesidades de una época plena de proyectos, donde el artista ocupaba un papel principal en el impulso de la cultura para todos. El cuaderno incluyó 40 grabados y 4 documentos de la trayectoria política y artística del muralista. De este año data el conocido poema de Nicolás Guillén, publicado a principios de 1964, titulado “No olvides a Siqueiros”, con lo que Cuba rendía homenaje al líder encarcelado en México. (5)
Siqueiros vuelve a Cuba a principios de 1968, invitado a participar en el Congreso Cultural de La Habana. Publicaciones de toda la isla destacaron la presentación en el Museo Nacional de Bellas Artes, de una ponencia que incluía la proyección de películas sobre dos de sus obras monumentales: La Marcha de la Humanidad y Del Porfirismo a la Revolución, resultando pequeña la sala para albergar al numeroso público; paralelamente, se mostraba una exposición fotográfica de obras del gran muralista en el vestíbulo de Bellas Artes. Una vez más, esta paradigmática figura había logrado ganarse la admiración y respeto de los creadores e intelectuales cubanos.
El pincel de Siqueiros recrea la imagen de Frank País García
Para Siqueiros, la figura humana dentro del espacio pictórico se eleva en pretexto y contenido de los temas que aborda para mostrar el sufrimiento y los conflictos del hombre y la sociedad. En este sentido, una importante lista de obras son los retratos históricos, así aparecen los de Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Emiliano Zapata, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Abraham Lincoln, Simón Bolívar, José Martí, entre otros.
Su inclinación plástica por las personalidades históricas refuerza el símbolo y la esencia humanista de los revolucionarios. Con este propósito llega la foto pasaporte de Frank País García a la galería de retratos históricos de Siqueiros, quien entre muchos patriotas y héroes cubanos escoge al intrépido insurgente del movimiento armado y de la lucha clandestina en Santiago de Cuba.
El retrato pictórico del mártir cubano Frank País García, creado por el muralista mexicano en su viaje a la Isla en 1960, forma parte de la colección del Museo de la Lucha Clandestina de la ciudad de Santiago de Cuba; (6) uno de los sitios claves en la rememoración de la vida y muerte de Frank, jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, fuerza motriz del triunfo de la Revolución Cubana.
Se sabe a ciencia cierta que Siqueiros no conoció físicamente al legendario combatiente, pero supo de su mítica impronta en la historia de Cuba. En su bregar revolucionario Frank visitó en dos ocasiones el país del creador, con el fin de conocer personalmente a Fidel, en primer lugar, y para recibir los últimos detalles de la preparación del apoyo al desembarco del yate Granma. Esto ocurrió en los meses de agosto y octubre, respectivamente, del año 1956 y siempre en la ciudad de Cuernavaca. Si se toma en cuenta la cultura que poseía el joven Frank, bien pudo haber conocido la labor artística y política de un hombre de la talla de Siqueiros, quien para esta fecha era un hombre maduro y poseía un camino recorrido tanto en el mundo del arte como en el de la acción.
En 1979, al conmemorarse el XXIII aniversario del levantamiento del 30 de noviembre, el entonces Ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro Ruz, trajo el encargo del Comandante en Jefe, Fidel Castro, de entregar a la dirección del Museo el preciado objeto; el propio Raúl colocó el cuadro en el sitio que hoy día ocupa dentro de la institución. Para la celebración de esta fecha se ubicaron también las diez primeras tarjas, fundidas en bronce y traídas desde México, en los sitios y viviendas que estuvieron vinculadas al hecho revolucionario. (7)
La valiosa pieza refleja la imagen del joven líder de la lucha clandestina, ultimado a balazos el 30 de julio de 1957 en una calle de la urbe santiaguera por fuerzas del régimen tiránico de Fulgencio Batista, e inmortaliza a quien, al ser asesinado a los 22 años, dejó una estela inolvidable en la memoria nacional.
En esta obra de caballete (acrílico/madera 85.5 X 70.5 cm), las manos unidas y poderosas ubicadas en primer plano, se tornan pretextos recurrentes de significados y metáforas alegóricas para reforzar el sistema conceptual referente a la unidad del signo histórico: afirmación popular de exigencias políticas revolucionarias, rebeldía de la juventud contra los sistemas opresivos y el pasado-presente visto en proyección de futuro bajo un compromiso ideológico.
El pincel del artista se adueña de colores neutralizados que connotan la sobriedad de los pigmentos, el aura de tristeza y el dramatismo que vigoriza el realismo de la propuesta iconográfica. Dinámicas áreas de fuertes emplastes delimitadas por una ligera aventura lineal, satisfacen su recreación formal; mientras que la racionalidad de un dibujo constructivista más abierto y libre a la sonoridad de un lenguaje sin ataduras académicas, denota una estética enmarcada en el escorzo expresivo y en laespiritualidad de lo monumental, de lo que él llamó «arquitectura dinámica», basada en la construcción de composiciones en perspectiva poliangular.
La existencia y conservación del retrato de Frank País, nacido de las manos de David Alfaro Siqueiros, nutre de un alto valor patrimonial el universo de las artes plásticas cubanas, al resumir, en el hecho pictórico, la impronta de dos hombres que se erigen símbolos glorificados de la historia política y cultural de México y Cuba.
Notas
(1) Siqueiros nace en la ciudad de Camargo, Chihuahua, en 1898. Estudia en la Academia de San Carlos de Ciudad de México y en la Escuela al Aire Libre de 1911 a 1913. Con apenas dieciséis años, se alistó en el ejército constitucionalista para luchar por la Revolución. Si importante fue la influencia del activismo revolucionario para su formación, no lo fue menos la huella artística que dejaron los tres años que pasó en Europa. Estas experiencias determinaron su pensamiento creador, cristalizado en el manifiesto publicado en 1921en la revista Vida Americana, en Barcelona, y con los primeros encargos pictóricos de José Vasconcelos, destacado filósofo, educador y político mexicano, quien impulsó una corriente crítica y de renovación ideológica-política.
Se afilió al Partido Comunista de México y fue su decisiva participación en la fundación del Sindicato de artistas y del periódico El Machete, por lo que a partir de 1924 decide imbricar su trayectoria artística con la militancia ideológica, lo que determinó el rumbo de su vida. Entre otras acciones relevantes están: la manifestación del 1º de mayo que provocó su exilio; la participación en la Guerra Civil Española, al lado del ejército republicano; la colaboración en el asesinato de Trotsky, lo que le valió ser desterrado a Chile y el presidio por promover la «disolución social» en 1960.
(2) El mural que realizó en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas (1939-1940, Ciudad de México) bajo el título Retrato de la burguesía, recoge el aprendizaje obtenido tras las investigaciones efectuadas a lo largo de toda la década del treinta, y constituye una de las obras murales más significativas del siglo XX. Siqueiros eligió para el mural la escalera principal del edificio.
(3) Los chorreones y salpicaduras sobre el lienzo, que luego pasarían a ser emblemáticas del expresionismo abstracto norteamericano, fueron una práctica gestada en el taller de Siqueiros, al que asistieron Jackson Pollock y otros jóvenes que llegarían a formar la primera generación de artistas estadounidenses con un lenguaje propio contemporáneo y renovador.
(4) El edificio (Polyforum) concebido por él, posee doce lados totalmente cubiertos por murales, cada uno con un tema diferente. En el techo abovedado del piso superior pintó Marcha de la humanidad en América Latina hacia el cosmos, para cuya contemplación los observadores se colocan sobre una estructura móvil que gira siguiendo el sentido narrativo de las imágenes, y permite transitar por el relato mientras un juego de luz y sonido hace más vívida la experiencia. Ese mismo año, se celebra una retrospectiva de su obra en el Museo Universitario de Ciencias y Arte de la Ciudad de México. En 1972, se le dedica una gran retrospectiva en el Museo de Arte Moderno Kobe de Japón.
(5) Fue encarcelado en 1960, acusado de promover la «disolución social». Cuando salió de la cárcel, cuatro años después, llevaba consigo las ideas de la que sería su última obra: Marcha de la Humanidad en América Latina hacia el cosmos. Muere en México en 1974 y es enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
(6) Ubicado en la otrora Estación de Policía que fuera asaltada por comandos revolucionarios el 30 de noviembre de 1956, fecha que se convirtió en conmemoración anual en homenaje a los caídos en esa gloriosa gesta.
(7) Entrevista realizada a la licenciada Magalis Martínez Riera, directora del Museo de la Lucha Clandestina y viuda de Arturo Duque de Estrada, destacado combatiente de la clandestinidad en Santiago de Cuba.